La privacidad es un tema caliente. Con la excusa de aumentar nuestra seguridad se están empezando a implementar sistemas de vigilancia con Inteligencia Artificial capaces de rastrear absolutamente todas nuestras actividades diarias. En definitiva, la privacidad de los ciudadanos se está poco a poco pero a paso firme diluyendo a favor del control de los gobiernos y los intereses de grandes multinacionales.
El ejemplo más claro lo estamos viendo en China, donde se ha implantado un «sistema de crédito social» que asigna una puntuación a los ciudadanos en función de su comportamiento, responsabilidad o estabilidad financiera. Así pues, por ejemplo un ciudadano con puntuación baja no puede solicitar una hipoteca para comprarse una casa o se le prohíbe subir a un avión durante un periodo determinado de tiempo. Éstas son algunas de las muchas penalizaciones incorporadas en el sistema.
El Sistema de Crédito Social de China es solamente una prueba piloto en algunas de las aglomeradas ciudades del gigante asiático, pero el gobierno planea extender el sistema a nivel nacional en 2020 para evaluar la confiabilidad de sus 1.400 millones de ciudadanos. Otros países están pendientes de los resultados de este sistema para estudiar aplicarlo en sus respectivas naciones, poniendo en riesgo mundial la privacidad de cualquier persona.
En su evaluación entran en juego delitos sociales como fumar en sitios prohibidos, penalizará el retraso en el pago de facturas, difundir datos falsos por redes sociales o generar problemas en el transporte público. Aquellos que tengan cuentas pendientes con la justicia o que tengan deudas abultadas también se verán afectados por la medida. De entrada todos los usuarios parten con la misma puntuación (100 puntos), pero si les penalizan irán perdiendo crédito social hasta llegar al punto de ser incorporados en listas negras y no poder disfrutar de todas las libertades.
Pero no todo es negativo, los ciudadanos ejemplares podrán obtener bonificaciones y sumar hasta 200 puntos participando en trabajos de caridad, reciclaje de basura, entre otros. En la ciudad de Suzhou, por ejemplo, uno puede ganar seis puntos por donar sangre.
Otras de las ventajas para los ciudadanos con un crédito alto es poder disfrutar de gimnasio gratuito, transporte público más económico y tiempos de espera más cortos en los hospitales. El Sistema de Crédito Social de China no deja de ser una especie de karma llevado a la vida real mediante el uso de inteligencia artificial y un algoritmo que determina la puntuación o crédito de cada persona.
El Big Data es uno de los componentes claves de este sistema, el algoritmo recopila información personal (multitud de datos) de cada individuo procedente de sistemas informáticos, rastreadores y cámaras con reconocimiento facial capaces de identificar a los peatones que cruzan la calle.
El objetivo de este sistema según el gobierno chino es «beneficiar a los ciudadanos que sean de confianza y restringir los movimientos y las operaciones de quienes no lo sean». Si bien ese es el argumento de cara al público, el propósito real del sistema es aumentar el control y por lo tanto el poder del estado sobre el pueblo.
En definitiva, un sistema que hasta hace poco parecía ciencia ficción y con muchas similitudes al libro 1984 de George Orwell donde se describe un gran hermano omnipresente y omnipotente, ahora implementado en una de las principales potencias mundiales, dejando a millones de personas sin ningún control de su privacidad. Tan apasionante como preocupante…
Buena publicación amigo nómada digital, en China han copiado a Orwell,
el avance en tecnología China gracias al gran comercio que tiene al volverse proveedor del mundo de esta misma.