12 lecciones que he aprendido viajando


A principios de año decidí empezar una nueva etapa en mi vida, puse todas las cosas importantes en una mochila y me subí a un avión. Hasta la fecha he viajado por más de 8 países y ya estoy planificando una ruta por América del Sur. Tengo la suerte de poder seguir trabajando desde cualquier parte del mundo y esto me brinda una libertad que no se puede pagar con dinero. Me siento completamente libre y he vivido más experiencias en 3 meses que en mis 5 años anteriores.

En este artículo quiero contaros algunas de las lecciones de mi viaje. Os aseguro que el hecho recorrer casi todo el continente asiático en solitario y sin nadie más a mi lado ha sido muy enriquecedor a muchos niveles. La aventura me ha ayudado a conocerme mejor a mi mismo y a darle más importancia a cosas que antes me parecían insignificantes. Me ha abierto la mente, el espíritu y el corazón. Me siento mucho más agradecido por lo que tengo y valoro mucho más a las personas que se cruzan en mi camino.

1. El mundo es un lugar hermoso

Basta con apreciar las pequeñas cosas de nuestro entorno para descubrir infinidad de belleza. El mundo es un lugar maravilloso lleno de posibilidades y merece la pena viajar a lugares lejanos para darse cuenta de ello. Una puesta de sol, una cascada de agua, un bosque con niebla, un camino cubierto de hojas, una pradera llena de flores… algunos paisajes pueden superar hasta nuestros mejores sueños. El paraíso existe y está más cerca de lo que te imaginas.

2. La gente es buena por naturaleza

Cuando viajamos solemos ser desconfiados pero basta con detenerse a hablar con las personas para darse cuenta que el mundo está habitado por gente con un corazón bondadoso. Muchas veces basamos nuestras opiniones en estereotipos que influyen nuestro pensamiento y no hay nada como experimentar y conocer de primera mano para poder opinar. Sobretodo aprendí que estamos más unidos por las similitudes que separados por nuestras diferencias.

3. El idioma no es una barrera

La gente que no sabe idiomas prefiere no viajar porque piensan que no sabrán comunicarse con los demás y perderse con facilidad. Pero lo cierto es que a cualquier lugar que vayas siempre encontrarás gente amable dispuesta a ayudarte aunque no habléis el mismo idioma. Los gestos son universales y con una simple sonrisa puedes transmitir más cosas que con 100 palabras. Si bien es cierto que una de las cosas más bonitas es poder conversar con personas de otras culturas, dominar el inglés siempre será de ayuda en cualquier parte del mundo.

4. Ser agradecido es la mejor manera de ser feliz

Ser agradecido demuestra humanidad y consideración por los demás. Cuando viajas por el mundo y agradeces honestamente los pequeños gestos o consejos de los demás estás cultivando una profunda paz y serenidad interior que genera un estado de felicidad permanente. Además, considera que cada nuevo amanecer es un regalo del cual debemos sentirnos afortunados de poder disfrutar.

5. Viajar es más barato de lo que parece

Mucha gente no viaja porque considera que es demasiado caro. Es cierto que viajar en verano cuando todo el mundo tiene vacaciones es mucho más caro, quizás tres o cuatro veces más caro que viajar en otra época del año. También es caro ir a hoteles de cuatro estrellas o comer en los mejores restaurantes de la ciudad. ¿Pero es realmente necesario? La gente recorre Asia con 20 euros de presupuesto diario y les sobra para dormir, comer y desplazarse.

6. No hay necesidad de verlo todo.

De verdad, no se acaba el mundo si no has visitado todos los monumentos, plazas o museos que tenías en tu lista. Yo no puedo con el estrés. Hay que viajar con tranquilidad y disfrutando de cada lugar. Si te queda algo pendiente ya tienes la excusa perfecta para regresar otra vez 😉

7. Viajar solo no significa estar solo

Mi familia y amigos se quedaron muy sorprendidos cuando les dije que me iba a dar la vuelta al mundo solo. Muchos de ellos me decían que sería aburrido pero el aburrimiento me duró pocas horas, concretamente hasta que llegué al primer hostal en Singapur, allí conocí a otros viajeros que como yo estaban de ruta por Asia. Realmente es muy fácil hacer amigos así que si estás solo es porque quieres.

8. El mundo no es un lugar peligroso.

Especialmente mi madre tenía mucho miedo de que me fuera de viaje solo. «¿No es peligroso?» me preguntaba a diario los días antes de coger el avión. «¿Quién te cuidará si te pones enfermo?» otra de las preguntas habituales. Pero finalmente resultó que en muchas ciudades de Asia me sentía más seguro que incluso en España.

9. Las personas que conoces influyen en tu viaje.

Otra de las cosas que aprendí es que las personas que conocía influían mucho en mi experiencia y en mi opinión sobre la ciudad en la que estaba. En la vida, no importa tanto donde vas tanto como a quien encuentras en el camino.

10. Se puede viajar y trabajar al mismo tiempo.

Créeme que es posible hacer las dos cosas al mismo tiempo. Internet ofrece infinitas posibilidades para trabajar de forma remota desde cualquier parte del mundo. Pero si lo tuyo no son los ordenadores, también hay muchos nómadas que trabajan dando clases de inglés o español en otros países.

11. No es necesario planificarlo todo.

Una de las grandes lecciones que me llevo es que las mejores experiencias suceden cuando haces cosas que no están planificadas. ¿No os ha pasado que de pronto surge un plan inesperado y supera todas tus expectativas? Viajando sucede y mucho. ¡Es una pasada!

12. Hacer turismo de noche tiene su encanto.

Tengo que confesar que tengo una vida nocturna bastante activa y no precisamente de salir de fiesta, que de vez en cuando también. Suelo trabajar muchas horas por las noches y viajando también descubrí que las ciudades tienen un encanto especial una vez el sol desaparece. Serán las luces de las calles, la música que sale de los locales, que hay menos coches y motos circulando, que las temperaturas son más suaves, realmente no lo sé, pero me encanta recorrer las ciudades de noche.

Foto: En el gran palacio Gyeongbokgung de Seúl, Corea del Sur.

Viajar ha dejado de ser para mi una simple afición y se ha convertido en un modo de vida en el que cada día aprendo cosas nuevas.

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