Parece que últimamente hay una ley casi más famosa que la de Murphy, estoy hablando de la Ley de Moore. Este año se han cumplido nada menos que 50 años desde que fuera enunciada por primera vez en 1965 por Gordon Moore, uno de los fundadores de Intel. Pero parece que su final está cerca.
Básicamente lo que dice la Ley de Moore es que cada dos años se duplica el número de transistores en un circuito integrado (chip). Algo que se ha venido cumpliendo durante décadas y ha servido como termómetro tecnológico de toda una industria basada en la computación altamente dependiente de las mejoras de los nuevos procesadores.
La importancia de la Ley de Moore radica en tres aspectos clave:
1. En el progreso tecnológico derivado del aumento en la velocidad de los microprocesadores (conjunto de transmisores) que ha permitido la fabricación de ordenadores cada vez más rápidos y capaces de procesar altos volúmenes de datos.
2. En una reducción del tamaño de los transmisores que ha permitido crear ordenadores más pequeños y ligeros. Sin ir más lejos un iPhone 5 tiene actualmente más tecnología que algunos de los ordenadores comprados por la NASA hace apenas 3 años. En cifras, el número de transistores en un chip se ha multiplicado 3200 veces en tan solo 26 años.
3. Los precios bajan al mismo tiempo que las prestaciones suben. Por ejemplo, un ordenador que hoy vale 2000 euros costará la mitad al año siguiente y estará completamente obsoleto en dos años o menos.
¿Pero qué pasa si una ley deja de cumplirse? No hay nada escrito al respecto pero seguramente por definición deja automáticamente de ser una ley. La noticia ha saltado esta semana después de que Intel anunciara un retraso en la próxima generación de procesadores. En efecto, parece que el final de la ley de Moore está cerca y no es algo que pille a todo el mundo por sorpresa. El propio Moore ya afirmó en una entrevista en 2010 que su ley estaba muerta.
La Ley de Moore es un desafío constante hacia los límites de la miniaturización de los chips que hacen funcionar todo tipo de máquinas que requieran al menos un procesardor. Sin embargo, llega un punto en que por leyes de la física un transistor no se puede hacer más pequeño. Existe un límite físico que rompe por completo los esquemas de la ley de Moore.
Actualmente cada transitor (el core de un microprocesador) de Intel está dibujado sobre 14 nanómetros y se espera que dentro de 18 meses se pueda fabricar un transitor en 10 nanómetros. Las previsiones de la propia Intel son que entorno a 2020 se pueda llegar a los 5-7 nanómetros, de hecho IBM ya mostró un prototipo funcional, pero una vez llegados a ese punto será imposible muy complicado reducir el tamaño de un único transitor manteniendo su funcionalidad constante.
¿Estamos cerca del límite del progreso tecnológico? En un sector tan cambiante es difícil de predecir. Quizás el futuro pase por crear capas tridimensionales de transistores interconectadas entre sí, seguir creciendo mediante computación cuántica o dejarlo todo en manos de la inteligencia artificial. No tengo ni idea.
Pero lo que está cada vez más claro es que tarde o temprano vamos a ver como una ley que ha sentado las bases del crecimiento tecnológico durante más de medio siglo va a llegar a su fin y las consecuencias pueden ser críticas.
La muerte de la Ley de Moore no sólo reducirá el progreso tecnológico que ha impulsado los niveles de productividad desde 1970, sino que con ello arrastrará el crecimiento económico cada vez más dependiente de la evolución tecnológica.
No está de más comenzar a ser conscientes de ello.