Si el emprendedor fuera un deportista profesional sería una mezcla entre un triatleta, un alpinista y un piloto de Fórmula 1. Creo que estos tres deportes están muy relacionados con lo que vive una persona que pone en marcha su propio negocio. El deporte es una fuente de inspiración para muchas personas, pero especialmente lo es para los emprendedores. Hay muchas similitudes entre ambas actividades y la forma de enfrentarse a ellas. Pura competición.
Cualquier persona que haya hecho algo deporte y tenga una condición física aceptable puede terminar un triatlón. No es imprescindible ser un gran atleta o un fantástico ciclista para poder finalizar un triatlón. Si te gusta el deporte, estás motivado, gozas de buena salud y no tienes sobrepeso, puedes competir sin problemas. Pero lo que seguro vas a necesitar es una preparación específica que puede durar varios meses ya que debes trabajar intensamente tres disciplinas: natación, bicicleta y carrera.
Del mismo modo, para ser emprendedor no es necesario ser un genio, ni haber estudiado en las mejores universidades, ni tener una idea revolucionaria. Puedes iniciar tu propia aventura si conoces el mercado, crees que con tu producto o servicio puedes aportar algo de valor diferenciador y estás motivado. El camino es largo y no conseguirás el éxito de hoy para mañana, vas a necesitar tiempo, trabajo, sacrificio y mucho entrenamiento porque deberás dominar varias disciplinas: dirección, ventas, recursos humanos, finanzas, marketing, etc.
Lo más importante es marcarse un objetivo realista y nunca bajar los brazos.
El alpinismo es un deporte complicado, incluso a veces extremo, se requiere mantener siempre una actitud positiva, constructiva y tenaz ante las dificultades. Las montañas tienen altibajos. Los alpinistas son perseverantes y tienen una alta confianza en sí mismos, entendida tal como la suma de honestidad, competencia y responsabilidad. Les encantan los retos, llegar a lo más alto posible y estar absolutamente apasionados por lo que hacen, lo aman y lo respetan por encima de todo.
Los alpinistas se caracterizan por tener una gran motivación por la culminación de un largo camino, pero saben que el éxito inmediato no existe y que para alcanzarlo habrá que andar y sudar mucho. Los grandes alpinistas y emprendedores se conocen muy bien a sí mismos, conocen sus límites pero se desafían constantemente, se autogestionan sin engaños, tienen una gran capacidad de aprendizaje, cada nueva aventura es una fuente de lecciones, nunca dejan de mejorar, tienen una gran curiosidad por las cosas y la atención por lo que sucede en su entorno es su seguro de vida.
Una expedición al Everest, la montaña más alta del mundo, o la puesta en marcha de una startup son procesos que requieren similares capacidades. Ambos necesitan tiempo de maduración, la fase de implementación es clave, una buena gestión del día a día es fundamental, saber administrar los recursos siempre limitados (tiempo, dinero, personas) es imprescindible, y todo ello, haciéndolo con eficiencia y responsabilidad. No es nada sencillo.
Lo que importa es el camino, y no sólo la cumbre.
Conducir un coche de carreras es arriesgado por la velocidad a la que se experimentan las curvas, pero es vital pisar el pedal a fondo para no quedarse atrás. Sin embargo, no todo se juega en el circuito, en la Fórmula 1 no gana el que tiene el coche más rápido, sino el que adapta el coche mejor a las normas y características de la pista. En los boxes el trabajo en equipo lo es todo. La innovación y la precisión de los ingenieros también juegan un papel fundamental. En carrera los pilotos buscan mejorar sus tiempos en cada vuelta y adelantar con elegancia a sus rivales.
Los emprendedores son como un piloto de Fórmula 1, saben que emprender es arriesgado. El mercado es competitivo, cambiante y el futuro incierto. Pero para triunfar tiene que adaptar su producto a las necesidades del mercado. En la empresa contratar y rodearse de buenos profesionales puede marcar una gran diferencia entre la perfección y la mediocridad. Sin innovación saben que no van a durar. Durante la implementación los pequeños detalles son lo que cuentan. Superar en el mercado a tus competidores y hacerlo de forma que te lleguen a admirar es un premio que alegra y motiva a todo el equipo por igual.
De vez en cuando pasar por boxes, hacer unos arreglos, llenar el depósito y pivotar es necesario para seguir avanzado y llegar a la meta.