Vacío existencial. Falta de sentido a la vida. Monotonía, cansancio, aburrimiento y estrés. ¿Te sientes identificado? Esta es la triste sensación que tienen millones de personas. Llega el lunes, suena el despertador y lo último que les apetece es levantarse de la cama para ir a trabajar. En cierto modo es comprensible, entrar en la rutina es como una rueda de la que no saldrán hasta el viernes por la tarde. Para la gran mayoría de la población activa, un trabajo es algo que tienen que hacer para sobrevivir, porque no le queda más remedio. Trabajar poco pero tener un salario generoso a final de cada mes, ese es el deseo de muchos sin conocer lo que significan palabras como el esfuerzo.
Son muchos los empleados que detestan su empresa, no soportan a su jefe y odian su profesión. Todos ellos viven en la sociedad del malestar. No conocen la felicidad. Esta situación es especialmente alarmante en profesionales que han pasado años estudiando en la universidad, incluso algunos después de cursar un MBA en alguna prestigiosa escuela de negocios. Visten elegantes trajes con corbata, pero están amargados. No es para menos teniendo en cuenta que en algunas empresas la explotación laboral recuerda a los tiempos de esclavitud. Las horas extras son el pan de cada día y los sueldos ya no dan para darse demasiados caprichos.
En el ámbito laboral se palpa la falta de ilusión, de motivación y de interés por el trabajo. Trabajar con vocación es algo que ha pasado a la historia en muchos sectores. Muchas empresas tienen que cambiar su forma de gestionar el capital humano, apostar por la flexibilidad y la conciliación familiar y laboral. Cuestiones fundamentales en los tiempos actuales para que en los pasillos no se escuchen conversación como estas:
-¿Cómo va el trabajo?
-Ni idea, es lunes. ¿Y tú cómo lo llevas?
-Fatal, con ganas de que llegue ya el viernes e irme de fiesta para olvidarlo todo.