La historia de Nika: de una vida perfecta a la felicidad verdadera


En una pequeña población cercana vivía una familia que era millonaria con una hija única llamada Nika. Nunca habían tenido problemas económicos, dinero no les faltaba, podían comprarse cualquier cosa por la que suspirasen. Tenían una preciosa casa con piscina, estaba rodeada de montañas pero aun y así a lo lejos se podría vislumbrar el mar, la arquitectura era de diseño minimalista, elegante, por dentro una decoración muy cuidada, colores cálidos, suelos de madera, techos altos, amplias terrazas, electrodomésticos con las últimas tecnologías, era perfecta y la envidia entre sus vecinos.

Nika había terminado sus estudios con buenas notas, la mayoría excelentes, era lista y aplicada, ahora recién licenciada ayudaba a su padre con los negocios familiares, pretendientes en el amor no le faltaban, tenía una belleza espectacular, era bonita por fuera y por dentro. Además, disfrutaba del reconocimiento de todos aquellos que la conocían, la admiraban y la querían.

En resumen, teniendo en cuenta los patrones de la sociedad en la que vivimos, Nika tenía una vida perfecta. Nada le iba mal, no tenía motivos para no levantarse cada mañana con ilusiones de comerse el mundo y tampoco tenía motivos para no sonreír. Sin embargo, no lo hacía con suficiente frecuencia y apenas le brillaban los ojos.

A pesar de que Nika lo tenía todo, no era feliz con su vida, ni con ella misma, sentía vacíos en su interior que su propia realidad no conseguía llenar. En el fondo, ella necesitaba algo diferente, era como si todo lo que le estaba sucediendo estuviera programado o planificado, y eso la amargaba por dentro. Cada vez dormía peor por las noches y se pasaba horas en vela preguntándose el sentido de su vida. Ciertamente no lo encontraba.

Nika era popular, tenía amistades pero desconfiaba de ellas, para sus cosas se sentía sola, muchas veces se iba a un árbol muy grande que había cerca de su casa, al pie de la montaña. Un lugar donde poder mirar al horizonte y desconectar. Allí se pasaba tardes enteras hasta que caía la noche tratando de buscar respuestas a por qué no era feliz con todo lo que le rodeaba.

Además, al estar completamente en medio de naturaleza podía permitirse el lujo de llorar, una expresión y sentimiento del que siempre se había reprimido delante de los demás. No lo hacía porque estaba convencida de que nadie la entendería, a los ojos de los demás, su vida era perfecta.

Una tarde que fue a su árbol se encontró con una mujer mayor, cuyo rostro transmitía mucha paz y tranquilidad, Nika sintió curiosidad por saber quién era y qué hacía en la montaña. Le preguntó cómo se llamaba, pero la mujer respondió con otra pregunta: ¿Tú debes ser Nika?, se quedó sorprendida pero asintió la cabeza, y antes de preguntarle cómo lo sabía, la mujer misteriosa le dijo: «me imaginé que eras tú porque todos desean ser como tú, tener una vida cómoda, fácil y lujosa, muchos piensan que eso es la felicidad, pero no veo que eso se refleje en tu cara, tu rostro muestra tristeza y ganas de ser diferente. Nika, ¿qué te gustaría tener en tu vida?».

La pregunta la dejó descolocada por un momento pero le gustó que alguien se lo planteara, en el fondo estaba deseando responderla, se sintió liberada, dejó atrás la angustia y le dijo: «me gustaría poder hacer cosas que no hago, como por ejemplo decidir por mí misma, equivocarme, no ser observada por todo el mundo, viajar a otro país, conocer a personas con otros puntos de vista, aprender de otras culturas, tener más aficiones, crear mi propia vida, trabajar y empezar mi negocio relacionado con enseñar a los niños algunas de mis pasiones, que son pintar y bailar, necesitaría…».

Nika rompió a llorar desconsoladamente como nunca antes lo había hecho, fue su mejor terapia, se dio cuenta de las enormes ganas que tenía de empezar de nuevo, de que en el fondo de su corazón sabía lo que realmente quería hacer. Lo llevaba guardado dentro. Al final había encontrado la respuesta que tanto buscaba, cómo ser feliz, y lo más importante, ahora tenía un sueño por cumplir.

La mujer la abrazó, Nika sintió algo que buscaba hace años: comprensión y cariño, fue entonces cuando dijo: «necesito ser yo, romper las cadenas de esta vida que tengo totalmente dirigida y que no me llena, necesito hacer mi camino, explorar, empezar a hace cosas que me gusten, dejar huella y siento que tengo que cambiar muchas cosas”.

Nika entendió la necesidad de ser uno mismo, de lo importante que es tener unos valores propios, de reflexionar hacia dónde queremos ir, de los momentos que queremos vivir, de disfrutar de nuestras pasiones y de convertir los sueños en realidad. La perfección es relativa y la felicidad no está en lo superficial o material, si no consigues encontrar tu sitio a nivel emocional siempre tendrás un vacío que no llenarás nunca hasta el día que por fin descubras lo que realmente te importa.

La historia de Nika muestra que su personalidad contaba con unos valores que no se mostraban en su día a día, como la libertad de dirigir su vida, de tomar decisiones, de darle rienda suelta a su espíritu emprendedor, de vivir y trabajar con su pasiones que eran pintar, bailar y enseñar a los más pequeños, algo que le encantaba y no lo hacía porque tenía otras obligaciones. Buscaba cambiar su forma de pensar para convencerse a si misma que era feliz, pero no encontraba la forma, el hecho de tener la vida perfecta la tenía atrapada.

Para Nika la perfección iba más allá de tener una vida cómoda, estabilidad económica, un hogar de ensueño o popularidad, tras un proceso de conflicto interno decidió romper con todo. No se resignó a perder su esencia y floreció. Se atrevió a salir de su zona de confort y con el tiempo empezó a ser realmente feliz, a disfrutar de cada segundo y a encontrar el sentido a cada actividad que realizaba. Durante los seis primeros meses de su nueva vida aprendió más que en los diez años anteriores de su vida a la deriva.

Con esta historia pretendo transmitirte lo vital y fundamental que es descubrir y conectar con tus valores personales, si realmente quieres disfrutar de tu vida y ser feliz junto a quienes te rodean, mira en tu interior y conócete a ti mismo, sal a la montaña y busca tu árbol, deja de esperar que tu vida cambie o que los problemas se te resuelvan sin hacer el mínimo esfuerzo. Encontrar la felicidad verdadera depende de ti. La vida es corta, actúa y no tengas miedo a equivocarte.

Nunca te arrepientas de lo que hiciste sino de lo que nunca te atreviste a hacer. Paulo Coelho, novelista, dramaturgo y letrista brasileño.

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