Hoy tengo el placer de anunciar el lanzamiento del primer libro en formato digital que editamos desde Viue Studio. Hacía ya mucho tiempo que tenía ganas de hacer algo diferente con respecto a la creación de contenido y publicar un libro era el proyecto ideal. Así que junto con Cristina, Maite y Ana nos pusimos manos a la obra y tras varios meses de intenso trabajo ya tenemos el libro publicado y disponible para descarga en PDF completamente gratis desde Psicoblog nuestro blog de psicología.
El libro trata sobre la felicidad y mi aportación la puedes encontrar en el prólogo:
La felicidad es uno de los temas de conversación interminables, ha sido objeto de estudio por miles de científicos durante siglos, ha generado profundos debates entre filósofos y pensadores de todo el mundo, y es una de las palabras con más variaciones en su significado, tanto es así que diferentes diccionarios oficiales le dan a la palabra “felicidad” definiciones con enfoques distintos pero todos ellos igual de válidos y aplicables. En efecto, la felicidad es subjetiva. Cada uno la vive o la interpreta a su manera y eso es una de las cosas más bonitas del término.
Encontrar la definición perfecta de la felicidad es, por así decirlo, imposible. Hay quienes consideran que la felicidad es un estado de ánimo, encontrar la paz interior, ser agradecidos con los demás, alcanzar nuestra metas personales o, simplemente, hay gente que se considera feliz por el simple hecho de estar viviendo y tener la posibilidad de luchar por sus sueños. O quizás sea la suma de todas las anteriores cosas las que definen la verdadera felicidad. Nadie lo sabe.
Lo que sí sabemos porque se ha demostrado es que todos y cada uno de nosotros buscamos la felicidad a lo largo de nuestra vida y eso tiene un claro reflejo en nuestra forma de actuar y tomar decisiones. Por ejemplo, realizamos actividades que nos gustan porque nos hacen sentir bien y llenos de vida; nos rodeamos de personas que apreciamos porque nos encanta compartir experiencias y aprender de los demás; elegimos estudiar una carrera en la Universidad sobre algo que nos apasiona porque queremos aportar lo mejor de nosotros mismos en ese campo; salimos a comprar ropa nueva porque queremos vernos elegantes; o cocinamos nuestra receta favorita porque nos divierte y nos fascina su sabor en boca.
Así, tenemos mucho en común. No importa a qué rincón del planeta vayamos a preguntar, todo el mundo nos responderá que su deseo más profundo es el de ser feliz. Pero lo cierto es que no todo el mundo lo consigue. A lo largo de los años he descubierto que la gente que goza de buena salud y no es feliz no es porque no lo merezca, porque la vida le haya dado la espalda o por mala suerte. Nada tiene que ver con todo eso. De hecho, la suerte no existe, todo depende de nuestros actos. La razón verdadera de su sentimiento de apatía, vacío existencial o infelicidad es porque no se enfrentan con la actitud correcta a los problemas o dificultades que se presentan en la vida, de los cuales, por otro lado, nadie sin excepción está a salvo. La vida se caracteriza, muchas veces, por ser una cadena de problemas que parecen superarnos y no tener solución. Al final nos sentimos ahogados ante las dificultades por culpa de nuestra falta de visión, dialogo interior y preferimos huir en lugar de hacerles frente y buscar soluciones.
Las dos grandes afecciones psicológicas de la sociedad actual que repercuten en niveles de felicidad bajos son: el miedo al fracaso y el colapso de pensamientos negativos. Tampoco es casualidad que ambos estén estrechamente relacionados.
El temor al fracaso nos inmoviliza y merma nuestra calidad de vida, nos impide que salgamos de nuestra zona de confort y podamos explorar un mundo lleno de posibilidades y nuevas oportunidades. Debemos terminar de una vez por todas con el estigma del fracasado, el cual no tiene ningún sentido pedagógico ni moral. Al contrario, habría que incentivar el fracaso porque intentar algo es siempre positivo independientemente del resultado obtenido. En todo caso, el fracaso significa lección aprendida y el aprendizaje trae consigo el crecimiento.
No es valiente quien no tiene miedo, sino quien sabe conquistarlo.
Esto decía Nelson Mandela en una de sus muchas frases célebres y sin duda es la clave de la actitud ante el miedo al fracaso. Evitamos hacer cosas que no dominamos o están fuera de nuestro conocimiento porque como seres humanos tendemos por naturaleza a eliminar riesgos potenciales. Las escuelas y universidades deberían plantearse seriamente ofrecer clases a sus alumnos sobre cómo cultivar el coraje, ser valiente ante la incertidumbre, no rendirse a la primera de cambio, estar preparado para afrontar un mal resultado y convertirlo en un aprendizaje.
En general, tendemos a enfocarnos en exceso en nuestros fallos y a subestimar nuestros éxitos, cuando debería ser al revés. Gran parte de las personas que no son felices viven con su mente anclada al pasado. Se lamentan una y otra vez del error que cometieron, de la mala experiencia que pasaron o de la decisión que nunca llegaron a tomar por miedo a lo que podría pasarles si se equivocaban. Estas emociones producen lo que llamo un colapso de pensamientos negativos, que al igual que el miedo al fracaso, paralizan e impiden que podamos ver el futuro con cierto optimismo, o peor todavía, que no te permitan ni siquiera poder disfrutar del presente.
Tendemos a complicar las cosas más de lo que realmente son cuando el camino corto también puede ser el correcto. La mayoría de las veces la felicidad no depende de llegar a ninguna parte, no hay un puerto de destino, sino que se trata de disfrutar del lugar en el que estamos, aprovecharlo al máximo y sentir que cada segundo es un regalo. Con esa filosofía podemos tener una mentalidad mucho más positiva hacia la vida, estar mejor con la gente que nos rodea y tomar en consideración lo que verdaderamente importa.
Te voy a dar un ejercicio que funciona. Cuando tengas un mal día o no te sientas bien por cualquier motivo, no pienses que no eres feliz y te vengas abajo, tan solo cierra los ojos con fuerza y trae a tu mente momentos inolvidables, recuerda los pequeños detalles, esos que se quedaron grabados a fuego en tu corazón y revive esos recuerdos. Tómate tu tiempo. Cuando hayas terminado ábrelos de nuevo y date una oportunidad para volver a ser feliz. Marca tu camino, lucha por lo que más deseas. Agárrate con fuerza a la esperanzas. Respira y nunca te detengas.
A pesar de las dificultades nunca debemos creer que los proyectos o las ilusiones que se derrumbaron no pueden volver a levantarse de nuevo. Nada es imposible. De hecho, no hay nada más poderoso en el mundo que la ilusión y determinación del ser humano por hacer realidad sus propios sueños. En una persona motivada, la fuerza siempre será más grande que la tristeza.
En definitiva y por encima de todo, hay dos cosas que nadie en el mundo te podrá robar, esas son: tu sonrisa y el derecho a iluminar el mundo con el brillo de tus ojos, reflejo de la ilusión para seguir siendo feliz cualquiera que sea tu definición de felicidad. Y si todavía no la tienes, espero y deseo que este libro te ayude a esa búsqueda insaciable pero cuya recompensa no tiene precio.