La economía española entró en recesión en el cuarto trimestre del 2008, tras caer un 1,1 por ciento. Desde entonces muchos son los números rojos que se han publicado, muchas son las medidas que se han tomado y muchas son las familias que se han quedado en la calle con una mano delante y otra detrás. Hoy prácticamente toda la prensa nacional publica en portada que estamos comenzando a salir del túnel, al parecer España estaría a punto de despedir la recesión más prolongada de su historia reciente. En fin, un poco de positivismo no hace daño a nadie, pero esto no hay quien se lo crea.
Con un paro superior al 25% y la mitad de nuestros jóvenes sin empleo, el porcentaje de hogares en los que todos los activos están sin trabajo alcanza ya el 10,6 por ciento. Esto lleva a un dato escalofriante: en España ya hay más de tres millones de personas en situación de «pobreza severa» según los datos de Cáritas, o lo que es lo mismo, personas que viven con menos de 307 euros al mes. Los pobres representan el 6,4% de la población del país, una tasa que se ha duplicado desde 2007 (3,5%). ¿Estamos saliendo de la crisis?
Por favor, seamos serios. Que la bolsa suba no significa que la vida de las personas mejore. La economía financiera no es lo mismo que la economía real. Pero a los políticos eso les importa nada y menos, puede que ni siquiera conozcan los principios de economía. Si hay un dato positivo para sacar pecho, y ese es que las grandes empresas del Ibex35 han obtenido beneficios, los políticos lo pregonan a los cuatro vientos. Otro tema es que quizás haya que preguntarse por qué presentan beneficios millonarios y están recortando plantillas.
Siento tener que aguar la fiesta a los políticos de turno, pero no vamos a salir de la crisis. Tras algo más de dos año con bajadas de salarios estamos a punto de entrar en un escenario deflacionista (bajada generalizada de precios) y teniendo en cuenta la deuda exterior que tenemos, vamos a llegar a un punto en que no vamos a poder pagar los intereses. Seguimos estando en una posición delicada y las políticas de recortes nos van a llevar precisamente al camino del impago. Los miedos volverán y a Rajoy se le volverá a borrar de su rostro su estúpida y patética sonrisa.
Es más que evidente que la crisis está dividendo España entre unos pocos cada vez más ricos y una mayoría que apenas puede llegar a fin de mes. La creciente desigualdad es algo que España terminará pagando muy caro a largo plazo y solamente las políticas del gobierno pueden evitarlo, pero de momento miran hacia otro lado. Hacia los mercados, allí todo es fiesta. La prima de riesgo ya no es algo que quite el sueño a nuestra clase política. Ahora los mercados, esos que fueron tan malvados y los culpables de todos nuestros males, van a ser nuestros salvadores. El dinero está entrando por todas partes, decía recientemente Emilio Botín, presidente del Banco Santander. En fin, debe estar entrando directamente a sus bolsillos porque los otros 47 millones de españoles seguimos igual que siempre, jodidos.
Tras cinco años de crisis hemos aprendido muchas más cosas: que nuestro problema de fondo va más allá de los datos económicos, que los problemas no se solucionan con un cambio de partido político, que los banqueros nos han robado en nuestra cara y no irán a la cárcel o que en España el tonto es el que paga sus impuestos religiosamente. Hay que reconocer una cosa y es que nos hemos convertido en un país de tercera, en un país mediocre y sin rumbo. Un país que se creyó rico pero se ha pegado una ostia de campeonato y ahora simplemente lucha por sobrevivir.
Ningún país cambia de la noche a la mañana, eso está claro. Esto no es una juerga de una noche. Lo que estamos viviendo hoy es el resultado de una serie de despropósitos, borracheras y decisiones equivocadas donde todos hemos tenido parte de culpa, empezando por el conformismo que nos caracteriza. Hemos creado una sociedad donde los mediocres pueden llegar a dirigir un país, no importa lo que hagan, ni sus méritos, ni por supuesto si han estudiado. El amiguismo impera. Al fin y al cabo, estamos tan acostumbrados a nuestra mediocridad que hemos terminado por aceptarla. Y sí, todo empieza en las escuelas donde la meritocracia brilla por su ausencia, el popular de la clase es que la hace más gorda no el que saca mejores notas. Por favor ¿cuándo nos vamos a tomar en serio la educación?
Pero sería injusto tachar solamente a los políticos de mediocres, ellos son la cara visible pero todos estamos en el mismo barco: nos pasamos 134 minutos al día de media frente a un televisor tragando basura, somos el país que menos invierte en investigación y desarrollo, somos el país con un nivel de productividad más bajo por hora trabajada, votamos a políticos aun sabiendo que son corruptos, elegimos a un presidente que es el hazmerreír del mundo entero cuando coge un avió porque no sabe articular una sola palabra inglés, somos uno de los países con mayor abandono escolar y eso que reformamos el sistema educativo cada 4 años…
En definitiva, me gustaría no ser tan duro pero así lo creo, España es un país mediocre por éstas y otras muchas razones y lo que nos ha pasado es simplemente que la economía nos ha puesto en nuestro lugar. La economía termina haciendo justicia, aunque no la pagan los principales responsables del desastre, aquí recibimos todos. Ya estamos acostumbrados. Bienvenidos a la España mediocre.
Foto | The Economist
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