El Teorema de los Tontos aplicado a la empresa


El Teorema de los Tontos fue inventado hace dos décadas por John Munzer, un programador de software para computación. El teorema establece que en un grupo de “n” personas, donde “k” de ellas serán tontas y la proporción “k” sobre «n” es una constante mayor o igual a 2/3. Dicho esto en palabras es que en cualquier grupo de personas, dos terceras partes de ellas serían tontos. Esto se puede aplicar perfectamente a la empresa y las conclusiones son de lo más interesantes.

Una de las grandes preguntas universales es: ¿Por qué hay tantas personas tontas en el mundo? El teorema nos da una razón lógica a la vez que inteligente de esta percepción de la sociedad y es que dentro de un grupo de colegas (amigos o de profesión), los individuos tiene la posibilidad de elegir si quieren comportarse como tontos o no, basándose en su percepción de sí mismos frente a sus iguales. Es decir, hay personas «listas» que deciden comportarse como «tontas» en su entorno para obtener más beneficio que si se comportaran como son. Como ves, aquí también vamos a responder la pregunta por qué hay tanta gente falsa en el mundo.

Volviendo a las corporaciones, deducimos que esta es la única forma posible de explicar el gran número de tontos que perciben elevados sueldos en el mundo de la empresa privada (no voy a tocar el sector público para evitar que se me tiren piedras). Por lo tanto, vamos a ver cómo aprovechan el teorema de los tontos los directivos o gerentes más hábiles.

Hace unos años se hizo una entrevista al presidente de Mitsubishi sobre su opinión del empleo vitalicio en las industrias japonesas, algo que al parecer preocupa bastante.

¿Qué hacen ustedes si un gerente medio empieza a reducir su rendimiento? ¿Qué hacen con él, si están comprometidos a emplearlo durante toda su vida?

El presidente respondió inmediatamente y por sorpresa de todos:

¡Bien, ese es un problema que hemos estudiado mucho! Primero revisamos la situación para ver si hay algo que podamos cambiar y conseguir mejorar su desempeño. Pero si realmente no detectamos por qué ha bajado su rendimiento, entonces directamente lo ascendemos sin pensalor dos veces. Hemos comprobado que en un 72,4% de las veces que ascendemos a un empleado su desempeño mejora de inmediato de forma espectacular y con ello nuestra productividad.

Al darle más responsabilidad se mejora la imagen que tiene de si mismo en relación con los otros gerentes de su mismo nivel, de manera que, obviamente, deja de conducirse como un tonto y empieza a comportarse como una persona «no tonta». Demostrado queda que hacerse el tonto o el incompetente puede ser beneficioso para progresar profesionalmente. No comparto en absoluto esta estrategia pero aquí queda explicado el teorema.

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