Quiero empezar este post con la conocida pirámide de la jerarquía de las necesidades de Maslow, en la que cada nivel nos indica qué peldaño debemos subir para alcanzar el siguiente. Es decir, primero tenemos que tener resueltas las que podríamos llamar necesidades fisiológicas, tales puedan ser: alimentación, salud, higiene, un lugar donde dormir, ropa para vestirnos, etc.
El siguiente estrato es la seguridad, aquí es donde entra tener resueltas nuestras necesidades financieras, dicho en otras palabras: llegar a fin de mes sin el agua al cuello, con tal de poder cubrir nuestros gastos, nuestras deudas y nuestras necesidades fundamentales. El dinero por tanto es fundamental para pasar a un siguiente nivel.
El tercer peldaño es el hecho de tener resueltas nuestras necesidades sociales: hacer amigos, conocer gente, practicar deporte, salir a cenar a un restaurante, ir de vacaciones con nuestra pareja, o para algunos: tener seguidores en Twitter o muchos «me gusta» en sus fotos de Facebook. Cada uno tiene sus prioridades sociales.
El cuarto nivel de esta pirámide es el reconocimiento. Eso es ser reconocidos por lo que hacemos, que nos halaguen por nuestro trabajo, estar orgullosos del coche que conducimos, de nuestra casa, de nuestra inteligencia, de nuestra apariencia física o de cualquier elemento de reconocimiento social.
Hasta este punto, tenemos los estratos llamados «factores higiénicos» de las necesidades, donde la mayoría de personas pueden alcanzar llevando una vida convencional. Pero donde realmente merece la pena llegar es al siguiente estrato: el de la autosuperación. El que implica el esfuerzo personal y la mejora de nuestras condiciones anteriores. Son los llamados factores motivadores.
Aquí es donde me paro a reflexionar. No tengo ninguna duda en que los factores motivadores son percibidos cuando se ha alcanzado un objetivo o logro importante, aunque sea paso a paso. Podemos crear nuestra propia pirámide a base de pequeños triunfos, tendremos una pirámide con más escalones, nos costará más llegar, pero al final llegaremos al mismo sitio y tendremos lo que buscamos: la autosuperación.
Aquí entra la fuerza de voluntad de cada persona en mejorar su situación a todos los niveles, empezando por las ganas de crecer y aprender. Si bien es cierto que para avanzar es casi imprescindible el apoyo de las personas que te rodean, son fundamentales para alcanzar metas. Aunque sean pequeñas.
Es necesario mirar a nuestro alrededor y buscar cuales son los caminos que nos pueden ayudar a conducir nuestros pasos directamente a lo que necesitamos y a lo que queremos. Sin seguir los pasos de nadie, se trata de nuestras propias necesidades.
Esto no será un «camino de rosas» y debemos admitir que vamos a equivocarnos, y que será bueno que lo hagamos. Nadie ha conseguido nada importante sin cometer errores por el camino o sin haberse caído y vuelto a levantar. El fracaso nos indica que no todo es como nos esperamos, pero debe verse como algo positivo para perfeccionar y luchar por objetivos todavía más motivadores.
Sin embargo, debemos marcarnos objetivos realizables y honestos con nuestra situación y nuestro entorno. Metas que podamos conseguir en un plazo marcado. El hecho de no conseguirlo a la primera no tiene por qué hacernos desistir en nuestro propósito. Debemos volverlo a intentar, ser persistentes, ordenando de nuevo las fechas y los actos que nos van a conducir a lo esperado. Y cuando lo hayamos alcanzado, debemos premiarnos.
Y entonces marcar el siguiente. Otro pequeño paso. Otro objetivo. Otra fecha. Continuar. La gente se deprime porque las cosas no le salen como ellos quisieran, se frustran porque no tienen trabajo cuando realmente no lo buscan. Lo que está claro es que nadie nos va a regalar nada, y que no debemos contar con el factor suerte. Es nuestro trabajo, nuestra constancia, nuestra ilusión, nuestra voluntad, nuestra actitud, la que nos permitirá seguir y alcanzar el siguiente reto.
Por todo esto os animo a ser constantes en hacer realidad vuestros sueños. A tener ilusiones por algo. A aprender en cada cosa que te suceda, en cada instante del camino, porque los pequeños triunfos, con persistencia, se convierten en grandes logros. A veces es tan sencillo como tener la voluntad para quererlo.