Las oportunidades, al igual que la suerte, no aparecen por casualidad, más bien son resultado del trabajo y de hacer las cosas bien. A lo largo de nuestra vida, todos desarrollamos un esfuerzo, ponemos de nuestra parte tiempo y energía para desarrollar algo. Hemos nacido para vivir, sí, pero también para trabajar.
Seguramente el error más grande que jamás podemos cometer es pensar que trabajamos para cualquier otro que no seamos nosotros mismos y solamente aquellos que se arriesgan a ir demasiado lejos en sus vidas pueden descubrir hasta dónde pueden llegar.
Las personas se vuelven verdaderamente extraordinarias cuando comienzan a pensar que pueden hacer las cosas. Cuando creen en sí mismos. El esfuerzo en el trabajo lleva a la superación, a ser realmente buenos. En nuestro interior suelen residir las satisfacciones y recompensas más fantásticas y más inaccesibles. Todas ellas se descubren tras realizar un buen trabajo.
Recuerda que la batalla de la vida no siempre la gana el hombre más fuerte o el más listo, sino que realmente la gana aquél que cree poder hacerlo. Sacrificio, esfuerzo y trabajo duro son las claves para conseguir tus objetivos. Al final todo tendrá su recompensa.
Palabras ciertas, y reales, como la vida misma…!