Tomar buenas decisiones: la falacia del costo hundido


Hace unos años atrás cuando estudiaba economía en la universidad, las clases de negocio eran las que más me gustaban y fue en una de esas que aprendí uno de los conceptos que más me han ayudado a tomar decisiones tanto en mi trabajo como en mi vida personal. Se trata del costo hundido. La definición es bien simple: son todos los costes que han sido incurridos en el pasado y que no pueden ser recuperados.

El coste hundido se interpreta muchas veces de forma errónea como un coste fijo. Sin embargo, éstos últimos pueden ser prospectivos (futuros), mientras que los costes hundidos son siempre retrospectivos, es decir, solamente basados en inversiones o gastos económicos en un período de tiempo pasado.

La falacia del costo hundido hace referencia a que muchas personas permiten que los costos hundidos influyan en la toma de sus decisiones, cuando realmente las inversiones o gastos realizados tiempo atrás y que no son recuperables no tienen ningún tipo de implicación en el futuro y por lo tanto no deberían considerarse.

Te doy algunos ejemplos claros en los que la falacia del costo hundido es evidente:

1. Has invertido 3.000 euros en un nuevo proyecto o negocio contratando tecnología y recursos pensando que iba a funcionar muy bien, pero a mitad del proyecto te das cuenta que por mucho que lo intentes no conseguirás el resultado que esperabas. A pesar de eso, como ya estás a mitad de camino y te has gastado mucho dinero continuas trabajando para intentar evitar a la desesperada que esos 3.000 euros se conviertan en una pérdida económica. Lo que sucede en estas situaciones es que en vez de asumir el fracaso, intentas posponerlo incurriendo en más gastos y costes de oportunidad.

2. Has comenzado a estudiar una carrera en la universidad y en segundo curso te das cuenta que no te gusta, pero te resistes a cambiar de estudios para evitar que el primer año que ya has completado se convierta «un año perdido de tu vida». Estoy seguro que conoces a alguien en esta situación porque es un clásico. En estos casos, la persona se obliga a seguir unos estudios que no le gustan, lo que le termina generando frustración, infelicidad y sensación de vacío. ¿No sería mejor abandonar y empezar de nuevo estudiando algo que te apasione?

3. Te has comprado un vestido muy exclusivo para una fiesta especial, te ha costado 500 euros pero sabes que no te lo vas a poner nunca más, aun así prefieres no venderlo de segunda mano por 200 euros porque moralmente ese precio que pagaste de 500 euros pesa demasiado. ¿Cómo voy a vender algo que me ha costado 500 por 200 si está casi nuevo? Lo que termina sucediendo es que el vestido acumulará polvo en el armario por el resto de tu vida. ¿No sería más inteligente venderlo por 200 euros y invertirlos en otro vestido que puedas usar más a menudo?

4. Tu grupo de música favorito organiza un concierto en tu ciudad. Tienes tantas ganas de ir que te gastas 100 euros por cada entrada y haces 5 horas de cola en taquillas. Merece la pena porque quizás sea la única vez que puedes verlos en directo y su música te encanta. Pero cuando llega el día del concierto hace mal tiempo, es un día frío y lluvioso, te encuentras mal, el coche se te ha estropeado y una de tus amigas al final dice que no puede ir, con lo que tienes que ir sola. Dada la situación y llegados a ese punto, a ti tampoco te apetece ir pero si no vas tendrás la sensación de haber derrochado el dinero y el tiempo dedicado a hacer la cola. ¿Qué haces, te quedas en casa o vas al concierto a pesar de todo?

5. El costo hundido también aplica en casos de relaciones de pareja. Por ejemplo, llevas con tu pareja más de cuatro años, habéis pasado muchas cosas bonitas juntos, pero el tiempo ha pasado, quizás uno de los dos ha cambiado, quizás ahora la relación sea más fría y distante, quizás te ha sido infiel en alguna ocasión o puede que ya no te trate con el mismo cariño. En cualquier caso, decides no quieres terminar la relación porque algo que fue tan bonito no puede terminar así de mal. De nuevo cometemos el error de tomar decisiones basadas en sentimientos pasados, sin tener en cuenta los presentes o cómo nos vamos a sentir en el futuro si continuamos con la misma persona.

En definitiva, los costos hundidos tienen una clara influencia en las decisiones de las personas debido a nuestra aversión a la pérdida, al fracaso y al apego emocional. No saber gestionar este tipo de sensaciones o no querer aceptar la realidad puede incurrir en que tomemos malas decisiones en prácticamente todos los ámbitos de nuestra vida.

Para evitar caer en la falacia del costo hundido debemos tomar decisiones más con la cabeza que con el corazón. Debemos ser capaces de tomar decisiones racionales y no puramente emocionales. También es importante aprender que el fracaso es una forma de crecimiento personal, de ganar experiencia y aprender de los errores. Tenemos que intentar buscar siempre el lado positivo de las cosas, ser más optimistas, pero por encima de todo, ser flexibles y estar siempre dispuestos al cambio.

El gran Seth Godin dice en uno de sus libros que si una situación no va a mejorar a pesar de que inviertas más tiempo, dinero o energía, entonces lo mejor que puedes hacer es abandonar definitivamente y empezar algo nuevo más ilusionante.

Al final, dicen que abandonar es de valientes 💪

¿Eres lo suficiente valiente para abandonar lo que no te aporta nada positivo en tu vida?

2 thoughts on “Tomar buenas decisiones: la falacia del costo hundido

  1. Muy interesante, no conocía el «costo hundido», ahora tengo una nueva herramienta para tener otra perspectiva de las cosas.

    Gracias Sergi.

  2. Necesito una solución a este caso. Se contrata a una consultora de mercado para evaluar la factibilidad de un negocio agropecuario cuyo costo fue de $225.000, el cual se cancela de previo al estudio. El informe de la consultora dice que el negocio arrojará un VAN a los tres años de $175.000. Se concluye que hacer este negocio genera una pérdida de $50.000, lo cual desde el punto de vista financiero es improcedente. Comente la racionalidad financiera de tomar esta decisión.

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