LEGO, un éxito de simplificación y adaptación al mercado


LEGO es una de esas empresas dignas de admirar en muchos sentidos, pero especialmente por haber sido capaz de superar las adversidades adaptándose a los cambios del mercado con notable éxito. Sus inicios no fueron nada sencillos, la utilización de plástico para la fabricación de juguetes no fue bien recibida por los minoristas y consumidores de aquella época, los cuales preferían los juguetes tradicionales de madera. De hecho, muchos de los cargamentos de LEGO eran devueltos y las ventas eran escasas. Estaban al borde de la quiebra.

La historia de LEGO dio un giro radical en 1949 cuando comenzaron a fabricar bloques de plástico interconectables, esos que prácticamente todos hemos jugado alguna vez. Estos bloques de construcción fueron desarrollados al estilo de los bloques de madera tradicionales, pero contaban con un concepto revolucionario para la industria del juegue y es que ofrecían infinitas posibilidades por el hecho de ser interconectables entre ellos. La imaginación era el límite.

Su crecimiento maduró en los años siguientes. En 1960, la fábrica de la compañía sufrió el segundo incendio de su historia, quemando la mayor parte del inventario de juguetes de madera. Pero por suerte, la línea de ladrillos LEGO era ya suficientemente fuerte, llevando a la compañía a la decisión de abandonar la producción de juguetes de madera y dedicarse solamente a los bloques de plástico. Hacia finales de la década, el equipo de LEGO había crecido a 450 empleados y ya era una de las marcas de juguetes más reconocidas.

La empresa danesa es un claro ejemplo de cómo una organización debe aprender a gestionar su éxito y adaptarse al mercado cambiante. Tanto fue así que la prestigiosa revista Fortune nombró a LEGO juguete del siglo XX, un producto que ha logrado colarse en la vida de millones de familias, haciendo felices a niños, proporcionando infinitas horas de diversión y convirtiéndose en una marca que la gente adora.

Se dice que sólo debajo de los sofás y dentro de aspiradoras de millones de casas hay unos 200.000 millones de bloques. Solamente en 2010 se fabricaron 36.000 millones de piezas, un ritmo frenético cuyo crecimiento ha provocado que haya en la actualidad 80 bloques de Lego por cada hombre, mujer y niño en el planeta. Cifras que impresionan.

LEGO es ahora una de las empresas más rentables del mundo. Pero no han estado exentos de dificultades. La década de los noventa fue muy dura para la firma, cuando la revolución digital cambió las reglas de la industria. Sucedió lo inevitable, los videojuegos y las consolas hicieron que los niños dejaran de lado a los tradicionales bloques de plástico. Esta situación sumada a la caída de las tasas de natalidad hizo que las cosas se complicaran.

Los bloques de plástico estaban en peligro de extinción. El crecimiento no solamente se había frenado sino que las ventas comenzaban a caer bruscamente. La llegada de un nuevo mercado intensamente competitivo con bajas barreras de entrada y consumidores sumamente exigentes supuso un nuevo reto para LEGO. La revolución era inevitable y no hacer nada supondría quedarse fuera.

LEGO lo intentó absolutamente todo para competir. El lanzamiento de nuevas líneas de productos fue la estrategia a seguir, comenzaron con películas, series y ropa infantil. Pero eso sólo fue el principio de una larga lista de ramas de negocio que a pesar de los esfuerzos, no se traducían en resultados, provocando en 1998 la primera crisis financiera de la compañía. Los números rojos brillaban en las cuentas de resultados de los años 1999 y 2000, poniendo a la firma en una situación más que comprometida los siguientes cursos. Se planteó el cierre definitivo entre 2003 y 2004 cuando LEGO perdió la friolera de 287 millones.

La empresa ya no era rentable y había perdido el foco. Su producto estrella, el ladrillo de plástico interconectables que tantas alegrías habían traído, había pasado a un segundo plano. Pero tomaron decisiones correctas, aunque tan difíciles como necesarias, que produjeron un claro punto de inflexión, la tendencia decreciente de la empresa tomó un nuevo rumbo cuyo objetivo era recuperar la senda de la rentabilidad. El entonces dueño y nieto del fundador, Kjeld Kirk Kristiansen, cerró fábricas, vendió cuatro parques temáticos y despidió a 2.000 personas.

Tras ajustar los costes se cambió de estrategia y de mentalidad. Se comenzó a pensar en el cliente y menos en innovación de productos, que solamente llevaban a una ampliación de gama desorbitada. Se simplificaron productos centrándose en lo básico y en los juguetes representativos de LEGO. La infinita colección de bloques y materiales de construcción se redujo a 2.700 piezas, más que suficientes para seguir proporcionando libertad lúdica creativa.

El secreto del resurgir de LEGO fue la simplificación. El coste de producir un bloque básico era prácticamente cero, pero las piezas especiales, como los dados para juegos o el látigo de las recreaciones de Indiana Jones u otros personajes, ascendían ya a un dólar y no eran rentables. En definitiva, buscaron convertirse en una firma más pequeña, adaptada al nuevo mercado y capaz de competir.

De nuevo millones de niños montan bloques de plástico descalzos sobre una alfombra de su habitación conviviendo con juguetes más avanzados tecnológicamente. Hay tiempo para todo. Actualmente las ventas crecen a un ritmo anual del 24% y los beneficios se recuperan un 40%, emplean a 10.000 personas y están presentes en 130 países. Lo que da de sí un sencillo bloque de plástico cuando se sabe

Por último, si eres tan fan como yo de LEGO o sientes curiosidad por conocer la historia de la empresa danesa desde sus inicios, no te puedes perder esta lograda animación que revela los obstáculos por los que atravesó el fundador Ole Kirk Christiansen y como supo aprovechar las oportunidades para crear valor e innovar en una industria altamente competitiva.

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